Mediante el juego enseñarles a
aprender
Los padres deben realizar actividades lúdicas
con sus hijos. Al hacerlo, les transmiten conocimientos, amor y les ayudan a
manejar frustraciones. Esta actividad es inherente al desarrollo y, por eso,
nunca debe prohibirse, sino estimularse. Los padres que juegan con sus hijos no
solo comparten momentos de placer: estrechan lazos afectivos, se relacionan
mejor y logran conocerlos.
“Los padres son proveedores de situaciones y
objetos que van a estimular en el niño todos los conocimientos básicos de
percepción”, afirma la psicóloga clínica María Mercedes Es guerra. El infante
adquiere madurez emocional con la ayuda de sus padres –agrega- pues ellos le
enseñan a manejar frustraciones a través del juego, como saber ganar o perder.
Jugar, además, es una manera de brindar
cariño desde los primeros meses de vida, pues resulta una comunicación
afectuosa y permanente.
“El juego se inicia desde el momento del
nacimiento e involucra gestos, caricias, palabras y movimientos. Con el paso
del tiempo, aparecen otro tipo de habilidades físicas y cognitivas en el
infante que dan la pauta para la puesta en marcha de diferentes actividades
lúdicas”, afirma la psicóloga infantil Cecilia Zuleta.
Siempre que haya un vínculo emocional en el
juego familiar, esos aprendizajes se van a fijar mucho más fácilmente, agrega
la psicóloga Juana Morales. La familia debe utilizar los espacios para la lúdica
y recreación y recurrir a las fortalezas y habilidades de cada uno de sus
miembros. Interactuar con los hijos en estos espacios nutre su identidad y
autoestima.
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